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jueves, 18 de marzo de 2010

"EL QUERIDO BARRIO DE SAN DIEGO EN SURQUILLO". ¡UNA NIÑEZ FELIZ!.

El querido barrio de San Diego es para nosotros la raiz de nuestra vida. Pasado el terremoto del 40, el Tte. Comisario Serván y su Barbarita de siempre, dejaron la calle Carmen en busca de la seguridad futura para su familia. Llegamos a esa quinta cuadra y la relación de amistad creció rápida. Los Valenzuela colindaban con nosotros. La esquina a la derecha mostraba el negocio de los Goya. Al frente destacaban los Caballero y los Del Pino. Más allá, la familia Montalvo y los Montalván.

Con el tiempo llegarían los Nakaya Nomura y allí aprendí una canción infantil del Japón: "Po po po, jato popó, mamenojochi yaru yaru yarudó, mamenojochi yaru yaru yarudó". Cómo olvidar a Iwau, Jogi, Kodó, Taeko, Nowaki y Kazugo con los que crecimos juntos. Don Francisco Goya, otro emigrante del Japón se casó con Dña. Florentina Villavicencio y sus hijos Carlos, Juán, Raúl e Hilda, están en nuestra memoria por siempre. Esta es parte de esa añorada época en mi Surquillo.

Rufino Valenzuela Ramírez, algo mayor que nosotros, llegó a doctorarse como médico y en esa etapa de infancia, nos regaló lo que siempre llevo conmigo: su amistad. Con Raúl Goya, "el chino", mantuvimos la calidez del muchachito que crece jugando a la pelota y prestándonos el cuaderno para cumplir con las tareas de la escuela. Evoco a Roque Cárdenas, un niño cajamarquino que caló en el barrio y se supo hacer querer. 
Supimos del trompo y las bolitas para "enñocar". No teníamos asfalto.

En nuestra cuadra era muy querido Don Leonidas Montalvo y su esposa María, padres de "Leoniditas", Carmen y Rosa. Su casa era compartida como carpintería y era el obligado a poner "los maderos" para los arcos de la cancha de futbol. Los cumpleaños de Leonidas Montalvo Pimentel, con "piñata" de por medio, eran un regalo para todos. Dulces y sorpresas y nuestra orquesta infantil con los peines y el papelito que los convertía en trompetas. Llegó a ser Juez y nos dejó hace pocos años.

La cuadra 6 con los Nuñez, los Matushita, los Chávez y los Abanto. Como dejar de nombrar a los Zúñiga y al flaco Fajardo, gran gorrero de tranvía y mi profesor en esta lid. Existía el "urbanito", una linea de omnibus que complementaba al Tranvía en su recorrido por Miraflores y Surquillo. De la calle Colina y en la que vivió Eduardo Márquez Talledo, se integraba a nosotros Carlitos Loayza, el inolvidable "pichicuy". ¡Qué peleas callejeras protagonizaba con Pasión Ramírez "Paco"! y sin ninguna razón.

Hoy evoco al Sr. Caballero, esforzado pintor y ejemplo de unión familiar. Su hermosa casita y muy bien pintada, lucía unos ventanales de vidrio que acababan por los suelos debido a los "peloteros". Cuando retorno a mi barrio de San Diego, sólo encuentro a "Gualo", Roberto Chávez y guardián vitalicio del Ciclista, nuestro cuadro de futbol. Ya dejó la peluquería, aquella de don Pedro Matushita y con él y nuestros sanos recuerdos, dejamos esta reseña de aquella niñez inolvidable. Gracias.

  

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