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martes, 24 de julio de 2012

OTROS PERSONAJES DEL AYER EN MI "SAN DIEGO QUERIDO". LOS HERMANOS ALFREDO Y CARLOS GARAGAY. LOS FAMOSOS "VENADITOS".

"Los Venaditos"
Algún imán tendría por esos tiempos la quinta cuadra de la calle San Diego y en la que crecimos con gratísimos amigos de la infancia. Ya hemos hablado de los Goya Villavicencio: Carlos, Juán, Raúl e Hilda. También de mi inolvidable vecino Rufino Valenzuela Ramírez y su primo Pasión. De Carlos Loayza, famoso como "Pichicuy". También de Carlos Gamarra Rojas y Don Mauricio Carreño entre otros. Debo agregar al bueno de Don Leonidas Montalvo, su esposa Doña María Pimentel y "Leoniditas", Carmen y Rosa María, nuestros amigos. Por supuesto los Del Pino Sánchez y mis contemporáneos Enrique "Goyito" y Luis, su hermano menor.

Pero hoy vuelven a mi mente los hermanos Garagay. Alfredo y Carlos. Negros simpáticos del barrio y muy queridos. Alguien bautizó para siempre al mayor como "Venadito" y que, igualmente, recaló en el segundo. La verdad que fue un apodo muy bien puesto. Ambos eran espigados y nos daban la impresión de volar cuando corrían en busca de la pelota. Eramos de la misma edad con mi tocayo Carlos. "Venadito", el mayor, nos llevaba unos cinco años, pero me buscaba a fin de charlar, escuchar mi rondín, nuestras mentiras y reír con cada cuento que le metía. En esas noches de mi infancia, sin luz eléctrica, brillaban sus grandes y blancos ojos en la oscuridad.

Se nos denominaba a los que vivíamos en medio de las pistas y jugando a la pelota: "callejeros". Teníamos un promedio de edad entre los 12 y 15 años. Una "patota" increíble y que nos gustaba jugar al fútbol con la de trapo o la de jebe y que siempre disponía de una, Rufino Valenzuela. El ahora Parque "Tradiciones" era el "estadio" de los muchachos surquillanos. Todavía no estaba habitado en sus alrededores y se organizaban campeonatos infantiles y de mayores de 9 de la mañana a 6 de la tarde, en especial sábados y domingos. En la famosa "redonda", jugaron los hermanos Roberto, Julio y Ernesto Morales, los famosos "chicha".


Volvamos a los Garagay. Alfredo congenió mucho conmigo. Un hombre sano, de alma noble y casi niño. Le di compañía y buen humor. En verano, hacía volar su camisa al viento. Como buen negro, poseía unas alas que causaban envidia y él se mofaba de todos haciendo flotar sobre sus espaldas la camisa de turno. La carcajada era su distinción. No grotesca. Tenían una mamá, tan "venadito" como ellos. Muy de su casa y de poco hablar con los vecinos. Vivían en la calle Inca, casi cercana a San Diego. Íbamos a la playa y sólo Carlos ingresaba al agua. "Venadito", no. No sabía nadar y era objeto de las bromas de los muchachos.


Y lo que es la vida. Un día se nos ocurrió ir de aventura a Chaclacayo con el tren. Rufino, Raúl, "Goyito", Roque Cárdenas Llerena, "Pichicuy", Pasión, Tomás Carbajal, a quien conocíamos como "cholo" y otros más. Para retornar y ya daban las 5 de la tarde aproximadamente y a algún tonto del grupo se le ocurrió "robar" un saquillo de sal. Cruzábamos un puente colgante y muy peligroso y le encomendaron la misión de cargar el tonto latrocinio a "Venadito". No se negó y el gran grupo se internó en el puente. Había oscuridad y ya habíamos llegado al otro lado, cuando nos estremecimos al notar su ausencia. ¡Se había caído!

Acudimos a la policía. Iluminaron el lugar y sólo se podía apreciar el torrentoso río. ¡Qué largo se hizo ese retorno! No recuerdo quién de los papás le dio la infausta noticia a aquella madre preciosa de los Garagay. Aparecería al día siguiente, según supimos, por el río Rímac cerca al Callao. Le hicimos Guardia de Honor y casi todo el club "Ciclista Alianza Miraflores" estuvo presente. Fue una despedida inolvidable y llevado en hombros hasta el Cementerio de Surquillo, cruzando lo que hoy es la Urbanización Aurora, inexistente en esos tiempos. ¡Cómo olvidar a Alfredo y Carlos Garagay! Ya no están con nosotros y los extrañamos de verdad. Gracias.

viernes, 20 de julio de 2012

SURQUILLO ESTÁ DE DUELO. SE MUDÓ DEL BARRIO PARA SIEMPRE, PERO ESTÁ EN NUESTROS CORAZONES. CARLOS HAYRE RAMÍREZ.

Carlos Hayre
¡Surquillo te ama!
Creo que Carlitos se sentirá orgulloso de que le dediquemos esta reseña en "El Surquillano". Me aprovecho de las fotografías que ha publicado nada menos que otro surquillano ilustre, como lo es el amigo y poeta de la infancia Reynaldo Naranjo García. Él, como nosotros, supo mucho del artista musical que nos dejó hace pocas horas y que ha conmocionado a quienes supimos de su trayectoria. Más aún, a los que lo tratamos en nuestros años de la infancia y de la juventud. Es como gritar lo dicho desde el Centro Escolar 401, el "Primavera".Va dedicada esta pequeña crónica a los surquillanos actuales. 

Es parte de nuestra historia. De los que nacimos en este generoso territorio de muchachos humildes, pero talentosos. Lo sabe Reynaldo que, como yo, hemos trajinado por las fondas y chifas de González Prada y supimos y nos atrevimos a realizar los "perro muertos", una manera de condecorarse en habilidad y coraje. Pelotear por tantas calles como San Diego, Colina, Carmen, Leoncio Prado, Santa Rosa, Dante, San Miguel y San Agustín entre otras. Era el circuito obligado a transitar desde el hogar al colegio y viceversa. Cuando usábamos la chompa verde y desfilábamos en Fiestas Patrias en la Av. Larco. 

¡Que tal concentración! Reynaldo al
fondo y César a la derecha, proban-
do voces con la guitarra de Carlos.
Desde esos años gloriosos e inolvidables, supimos del arte de Carlos Hayre Ramírez, que vivía entre Gonzáles Prada e Inca, y los cantores del colegio. Esa guitarra sonaba y destacaba entre los maestros de antaño y, por citar un ejemplo, el Conjunto Santa Rosa que dirigía Augusto Naranjo y en el que destacaban con sus laúdes Juán Araujo y Pancho Estrada. Veteranos desde el año 1938. Los tuve ya en el año 48 en casa de mis padres y no me perdía una sola de sus actuaciones. A Carlitos Hayre, ya lo dije en otra nota, lo admiraba por esa tesón de demostrar su arte con su cantor el negro "Kiko", la época de "Bigote e' gato" y otras guarachas famosas.

Se ganaban sus buenos soles en el "Cavallini", uno de los circos que nos dejaron huellas eternas. Era el muchacho de 18 abriles que daba rienda suelta a su música. y se nutría con los aplausos de la concurrencia. Después, gracias a esas experiencias, se convirtió en eximio guitarrista e integró famosos conjuntos. "Los Cholos" con Gadea y Cabrejos en Radio Victoria y en grabaciones históricas al lado de González, Galecio y García, "Los Capitalinos". Ya se demostraba Carlos Hayre como extraordinario arreglista y siempre con ese perfil bajo, poco amante de las figuraciones baratas. 

Foto histórica que reúne a
tres genios: Reynaldo Na-
ranjo, Carlos Hayre y Cé-
sar Calvo. ¡Viva Surquillo! 
En 1969 retornaba a Lima Reynal Naranjo luego de haberse desempeñado como Jefe de Publicaciones de la Universidad San Cristobal de Huamanga y, por coincidencia, otro gran poeta, César Calvo, que retornaba a Lima, después de su estadía nada menos que en París. Ambos muy afincados en Surquillo y que tuvieron la oportunidad de ensayar y grabar su "Pequeña Historia de Poemas y Canciones", nada menos que con el acompañamiento de Carlos Hayre. Un tesoro que debe volver a salir a la luz. César y Reynaldo probaban sus voces y Carlos les daba el tono. Me imagino sus esfuerzos por lograr que los poetas "cantaran". A César lo he oído y tenía su voz un parecido a la de Leonardo Favio. Más poeta que cantor.

Y lo lograron. Las fotos de esta reseña son reveladoras y se las agradezco al poeta Naranjo, mi gran amigo y "colega infantil" que subíamos nuestros escritos al recordado mural del 401: "La Abeja". Todos los niños se encandilaban con la poesía de Reynaldo. Nosotros, muy calladitos tal vez, ya reseñábamos las actividades deportivas o celebraciones programadas del año. Podríamos decir que Carlos Hayre nos aventajaba en algunos años más, pero a la hora de hacer música y contribuir a esa armonía milagrosa de la amistad, fue único. Un surquillano de corazón, porque nació en Barranco, pero arraigado hasta los recuerdos más queridos. Gracias.